Europa es un lugar sagrado, fuente de civilización, unida por la metafísica, la religiosidad, el arte, la filosofía, la política, la arquitectura, el eros y la épica. Una unidad que, en todas sus peculiaridades, la hace única en el mundo y en la historia.
Europa es unidad en la diversidad. Garantía de libertades individuales y civiles, pero a la vez de jerarquía y trascendencia. Europa es un mosaico del cual todas las partes son indispensables y magníficas y, en conjunto, son poderosas.
Europa está hoy en peligro en todos sus componentes: colapso demográfico, invasiones masivas, sida ideológico y cultural, subordinación a todo poder externo, mercantilismo, oportunismo materialista, riesgo de desaparición como identidad y sustrato biológico.
Europa está cerrada en pinzas entre las voluntades imperialistas extranjeras, la inmigración del Tercer Mundo y el poder de los soviets liberal/comunistas que la subvierten desde la cima de las instituciones en el liderazgo masónico y trozkista.
Europa se ve obligada por el avance chino, por la reacción estadounidense, por la pérdida de la centralidad del Atlántico, por la tendencia al multipolarismo, a encontrar fuerza y a organizarse, aunque solo sea para proteger sus intereses materiales. Y empieza a hacerlo.
Europa no puede sobrevivir y renacer si no se da poder, apoyando las reacciones que garantizan sus intereses materiales.
Pero no puede limitarse a esto: debe revertir la tendencia demográfica, liberarse de los soviets liberal/comunistas, recuperarse del sida ideológico y filosófico y debe expresarse en toda su esencia.
Europa debe crear una nueva soberanía en la era de los satélites. Una soberanía confederada con algunos aspectos imperiales (militar, espacial, asuntos extranjeros); Hay que imaginar la renovación de las formas institucionales para garantizar las libertades, las esferas nacionales, las esferas culturales en su independencia y en sus alianzas firmes.
Europa debe ser una alternativa para el resto del mundo, y para la propia clase dominante de la UE, en cuanto a ser y concebir. El capitalismo debe contrastarse con una amplia participación que rastrea las organizaciones corporativas tradicionales. La virilidad espiritual se opone al feminismo. La comunidad de hombres libres se opone al contrato social.
Europa necesita una minoría organizada que marche para lograr esta revolución europea, que es inseparable del ideal nacional revolucionario y que une los sentimientos de pertenencia y no pretende eliminar ninguno de ellos.
Europa necesita una minoría organizada que apunte a la nueva organización social, a la revolución cultural y, progresivamente, a la realización de una vanguardia revolucionaria que, recuperando la antigua relación entre naturaleza y cultura y viviendo en sinergia entre mármol y bosque, cambie la realidad al aprovechar también las nuevas técnicas de la época, desde la robótica a la cibernética, para convertir lo que hoy parece un atardecer sombrío en un amanecer radiante.
¡Somos Europa!