Recientemente usted ha dado una conferencia en el Parlamento Europeo (Bruselas) relativa a la influencia del Foro de Sao Paulo (FSP) en Sudamérica. En pocas palabras, ¿cómo definiría usted a esta organización?
Diríamos que el FSP es una organización de carácter supranacional que aglutina a los principales partidos políticos y organizaciones de izquierda, y cuyo principal objetivo es la conquista de propósitos geopolíticos a nivel regional por medio de la utilización de la democracia como objeto de su revolución. La forma de operar consiste en utilizar la arquitectura política de los países, ya sean institucionales o no institucionales, como son por ejemplo las ONGs, con el objeto de materializar una agenda que se lleva a cabo al margen de los intereses particulares de cada país.
Pero, en este contexto que usted plantea ¿cuál sería ese propósito geopolítico?
Si se considera a las veinte economías más importantes del mundo respecto de su Producto Interno Bruto (PIB), tenemos que 11 países se ubican en la Cuenca del Pacífico (Asia-Pacífico-América), los cuales concentran el 82% del PIB mundial. Sólo 5 países de aquellas 20 economías son europeos (Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España), cuyo PIB equivale al 15% del PIB mundial. En consecuencia, el eje del mundo ha cambiado y hoy gravita sobre el Pacífico, y la conquista de los grandes espacios geográficos considera hoy más que nunca el dominio y el control sobre los mares y océanos. Bajo ese escenario, un país como Brasil, que no se encuentra en ninguno de los casos antes mencionados y que representa nada menos que a la séptima economía del mundo, hoy más que nunca ha hecho presente la necesidad imperiosa de contar con una salida al Océano Pacífico. Por lo demás, su ex presidenta Dilma Rousseff (miembro del Partido de los Trabajadores, afiliado al FSP), declaró en diciembre de 2013 que “el futuro de la región depende de la unión de los dos océanos”.
No se aprecia desde su perspectiva un horizonte muy auspicioso para Europa…
No diría que Europa ha quedado fuera de esta situación, pero es evidente que Europa está siendo arrastrada a una situación que es insostenible en el largo plazo, lo cual resumo como un conjunto de tres situaciones que están íntimamente vinculadas. A saber, por un lado, la asistencia al África y el control de la inmigración masiva; por otro lado, la desvinculación del problema del Medio Oriente por parte de Estados Unidos –lo cual ya se ha visto con Obama y es esperable que Trump siga sobre el mismo camino–, que significará que Europa debiese a futuro cargar con ese asunto; y finalmente, el tercer problema y que es la clave de este asunto es que Europa deberá lidiar con el muro artificial que se ha levantado con Rusia.
A mi modo de ver si Europa consigue un entendimiento con Rusia, el problema de Medio Oriente se resolverá en conjunto y de manera natural. De la misma manera que la asistencia al África. Es por ello, que un aliado natural de Europa es Sudamérica, tanto por su inmenso legado cultural, como también la necesidad de Sudamérica de contar con un aliado que le permita no quedar expuesto a las futuras tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y el eje China-Rusia, y a nivel regional, entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur, este último fuertemente influido por el Foro de Sao Paulo.
¿Por qué usted señala que Estados Unidos dejará de interesarse en el Medio Oriente si dentro de los últimos 25 años ha concurrido con sus ejércitos a la región? Basta recordar solamente el caso de la Guerra de Irak.
La respuesta es sencilla y es que Estados Unidos ha conseguido finalmente la independencia energética, con lo cual dejará de importar petróleo. Más aún, más temprano que tarde, se convertirá en un exportar de crudo gracias al shale gas o esquisto. A lo anterior habría que agregar, entre otras cosas los descubrimientos de petróleo de arenas bituminosas en Canadá y al crudo brasileño bajo lechos marinos.
Además, todo esto hace coherente el fenómeno de la continentalización que se ha dado dentro del proceso de la globalización, con lo cual adquieren relevancia las relaciones entre continentes y/o regiones del mundo por sobre las relaciones entre países, y en este sentido se confirma que la mirada se torna hacia la Cuenca del Pacífico.
Para terminar, con la mirada puesta en el horizonte, ¿cómo ve el desarrollo de los acontecimientos en el mundo para los próximos años?
Sería pretencioso de mi parte señalar qué es lo que va ocurrir, especialmente en una configuración multipolar del poder en el mundo, sin embargo, quiero exponer una idea a través de un ejemplo: si en la antigüedad la fase final de la derrota del enemigo era la conquista del territorio contrario, hoy ha quedado demostrado que ello ya no es necesario como se ha podido apreciar con el desangramiento de Siria. Por lo tanto, las nuevas conquistas bien podría decirse que son imposiciones de hegemonías culturales, donde el territorio a conquistar es el hombre. Es allí donde se libra la batalla y para lo cual el liberalismo junto con el marxismo han logrado una síntesis perfecta en el liberal-socialismo. Dicho esto, esperamos ver en el futuro que la nueva antítesis que plantearan será la lucha a muerte contra los nacionalismos y la identidad de los pueblos. El peligro es que en este caso, si usamos la dialéctica marxista, es que no habrá una síntesis posible.